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¿Por qué las baterías duran cada vez menos?

Antes sólo teníamos que cargar el móvil cada tres o cuatro días. Ahora nos conformamos si llegamos a la hora de la cena sin tener que hacerlo. ¿Qué ha sucedido en este tiempo? El consumo de energía de los teléfonos móviles se ha multiplicado por tres o por cuatro en dos años. En cambio, la densidad de energía de las baterías que alimentan los dispositivos móviles sólo ha aumentado a un ritmo medio del 5% anual. Esta discrepancia entre demanda y disponibilidad produce una pérdida de autonomía que, según los expertos, no se va a resolver a corto plazo.

El aumento del consumo es consecuencia del éxito de los smartphones. Antes sólo sacábamos el móvil del bolsillo para efectuar y recibir llamadas de voz o para enviar y leer mensajes de texto. En cambio, con la explosión de las aplicaciones, los teléfonos actuales también son ordenador de bolsillo, reproductor musical, cámara de fotos y de vídeo, terminal de Internet y consola de videojuegos, de modo que los tenemos en la mano mucho mas tiempo, utilizándolos activamente. Además, con la conexión permanente a la red. los aparatos siguen trabajando en segundo plano, consultando el correo electrónico o la actividad en redes sociales. Y tampoco hay que olvidar que el elemento que consume más es la pantalla, y ahora ésta suele ser mucho mayor que antes.

El consumo de energía de un smartphone varía según las condiciones ambientales (por ejemplo, la proximidad a la antena) pero sobre todo según el uso que le damos. Una muestra: la batería del nuevo modelo E6 de Nokia da para 75 horas escuchando música en MP3, o para 14 horas hablando, o para 9 horas viendo vídeos, o para 4,7 horas grabándolos. Una batería de móvil de hace cinco años tenía una capacidad de unos 1.000 mAh (miliamperios por hora), mientras que una actual puede proporcionar entre 1.200 y 1.500 mAh. La única posibilidad de incrementar sustancialmente la autonomía sería optar por baterías más grandes, pero los consumidores exigimos teléfonos más pequeños y ligeros.

Según me asegura Petri Vuori, director de energía y alimentación de Nokia, las posibles tecnologías alternativas no ofrecen el rendimiento necesario. Ya hay empresas trabajando en aplicaciones de la nanotecnología, pero sin resultados esperables a medio plazo. Las células de combustible todavía producen demasiado calor, lo cual las hace inviables para terminales de bolsillo (aunque no así para ordenadores portátiles e, incluso, para tabletas, en los que se dispone de más espacio para disiparlo).

La mayoría de las baterías actuales para dispositivos móviles utilizan la tecnología de iones de litio, cuya vida útil es de entre 500 y 1.000 ciclos de carga. Es decir, entre un año y medio y tres años de vida a razón de carga diaria. Si tenemos en cuenta que un uso intensivo requiere más de una carga al día y se considera que la frecuencia media de renovación del móvil es de 18 meses, hay casos en que resulta discutible que la batería del teléfono no sea intercambiable por el propio usuario, especialmente si éste necesita más de una porque viaja mucho o no puede andar cargando el móvil a lo largo del día. Y se pone en cuestión el mercado de segunda mano para algunos de estos modelos.

Mejorando la carga

Descartada la posibilidad de adoptar baterías más grandes, quedan dos vías de mejora: reducir el consumo de los dispositivos mediante procesadores, memorias, pantallas y radios más eficientes –de hecho, las comunicaciones de voz consumen ahora menos energía que antes– y optimizar el por ahora inevitable proceso de recarga.

Según Vuori, en dispositivos tan pequeños son inviables los sistemas que transforman el movimiento en energía: funcionan en relojes de pulsera, pero un móvil consume mucha más energía. En cambio, sí que se pueden aplicar indirectamente: existe un cargador de móvil para bicicletas que funciona con una dinamo aplicada a la rueda. Ahora bien, su futuro es relativo: incluso la muy ciclista China se está pasando masivamente al automóvil.

La energía solar tampoco es por ahora la solución: en buenas condiciones, un captador solar que quepa en un teléfono proporciona entre 40 y 50 miliamperios, entre 10 y 20 veces menos que los cargadores eléctricos convencionales. Éstos últimos tampoco son todos iguales: un modelo de los denominados rápidos permite volver a usar el móvil en cosa de un par de horas, pero los hay que tardan el triple.

El paso siguiente será la carga mediante inducción magnética, que al menos evita tener que conectar físicamente el cargador al dispositivo: basta con depositarlo sobre una superficie especial. En el mercado ya hay cargadores de este tipo (Powermat, Energizer, Palm Touchstone, LG Wireless charging pad) pero el impulso definitivo lo dará la normalización, de modo que todos los móviles se puedan cargar con todos los cargadores por inducción. En este sentido trabajan las 84 empresas que forman el Wireless Power Consortium, promotor del estándar Qi.

En cualquier caso, parece que seguiremos condenados por mucho tiempo –aunque algunos más que otros– a llevar un cargador de móvil en el bolsillo, o bien a tener uno en casa, otro en el coche y otro más en la oficina.

Extraído de Canalpda

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3 comentarios

  1. Muy interesante! yo pensaba que esto tendía una solución más pronta.. Cargo mi galaxy Ace varias veces y es rato cuando solo lo tengo que cargar una vez al día… Urge normalización en la carga por inducción… me gustaría comprar uncargador de inducción pero no estoy seguro que haya compatibilidad. Y aún así eso no soluciona el problema de fondo.. Ni hablar nos aguantaremos un rato más así. No me queda claro Porque las compañías no permiten que las
    Baterías sean intercambiables eso seria muy útil ..

  2. Pero tiene que ver también, por las pantallas, consumen mucha energía para que funcionen en touch screen

  3. Es por eso que nunca se debió mezclar el teléfono con los handleds, jejeje, y por eso estan existiendo las ondas esas de tablets para solventar un poco esa parte.

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